Algunas reflexiones sobre la labor actoral
- Fátima Arias
- 26 jul 2017
- 3 Min. de lectura
En estas letras quiero hablar sobre lo que siento y pienso de mi trabajo actoral, que más que trabajo, es la aventura de conocer a los personajes y juntos, podamos expresar lo que necesitemos. Este trabajo-aventura es el gozo de experimentar vidas en mi vida. Como si cada personaje fuera una pequeña vida condensada, creo que eso me ha permitido evolucionarme, son transformaciones que surgen durante el proceso de creación… desde que comienza el trabajo de memorizar el texto hasta que estoy dando funciones.
Vivir otras formas de sentir, de pensar y de responder a la vida me hace reflexionar sobre mi propia forma de sentir, de pensar y de responder a la vida.
A veces creo que los personajes que hago son posibilidades de mías, donde dichas posibilidades se acercan para contarme lo que soy, lo que pude ser o lo que no estoy exenta de ser.
Por esa razón se que debo verlos como vidas sagradas que me enseñan mis propias posibilidades de ver la vida, de pensar, de sentir y de actuar, me permiten estar en lugares que sin ellos no habría podido experimentar.
Los ensayos son un tiempo para acompañarnos y conocernos, nos contamos que nos duele, que soñamos y hablamos sobre el color con el que vemos nuestras vidas, le comparto mi propia experiencia o la no experiencia con respecto a sus pasiones, hay cosas que nunca he vivido, pero estoy dispuesta a vivirlas en ficción (realidad alterna a mi realidad) juntos nos permitimos vivir en un sistema de creencias que se va encontrando en la escritura de su vida.
El momento de la función es estar en el ahora, mezclando la experiencia personal y la experiencia del personaje, compartiendo nuestras pasiones para dejarme fluir y entonces crear la ficción, ese es mi primer deber. Durante las funciones nos vamos descubriendo y con mayor claridad se van generando matices, profundidades que enriquecen la ficción, la historia, la escena.
Cuando me permito vivir la pasión o la (*vibración) del personaje desde el pensamiento hasta el movimiento interno y externo de mi cuerpo, entonces, se genera en mí la certeza de que existen muchos motivos para que esa pasión sea expresada, sea expulsada, porque lloro por mi, por él y por otros, porque me alegro, grito, salivo, rabio, perdono y aprendo por mi, por él y por otros. Este es uno de los motivos más profundos que tengo para seguir actuando.
¿Él personaje, aprende de mí?… ¿Cómo pensar que un personaje, que es un texto, algo inventado por otro que es el escrito, aprende del actor que lo interpreta?
Yo imagino algo: Una persona del público se puede identificar con el modo de sentir o de pensar del personaje, con su vida o con una situación del personaje, en ese momento el personaje no solo es el texto, no solo soy yo como actriz que lo interpreta, también es el público que se ve y se vive en él… entonces... posiblemente la narración de la realidad se modificará; las ficciones, serán otras.
Así... yo aprendo del personaje viviéndolo, el personaje puede llegar a aprender de mí, el público es quien construirá nuevas narraciones, donde los personajes se trasciendan así mismos. Y yo me alegro por eso. Quizás en mis próximas vidas interprete personajes con retos mas inteligentes.
La interpretación escénica es un espejo con múltiples proyecciones donde todos somos todos, respirando en un mismo espacio y cada uno nos tocan los rayos de la luz que emite el personaje, donde todos somos él y él esta lleno de todos.
* Trataré de escribir sobre esto en otro papel.

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