Sal, Soledad, de tu casa, déjate ver bajo el cielo azul.
- Fátima Arias
- 21 ago 2017
- 3 Min. de lectura
Permíteme describirte que había frente a mí. Un cielo amplio con nubes blancas, un viento fresco que balanceaba suavemente unas margaritas, un poco más cerca de mí, unos Ojos Claros, que hablaban de la música, el canto, la palabra y el mundo.
Más pegadito a mi, un platillo con colores fuertes hechos de salmón, pan recién horneado, ensalada, una copa de vino y queso fuerte al centro. Una vista hermosa…así fue la tarde de ayer.
Una mesera se nos acercó -¿Todo bien?. Y los Ojos Claros dijeron: -Sí, todo bien-
Yo, mentí: -Todo perfecto muchas gracias-
Algo me pasaba, sentía algo en el estómago y el corazón tenía prisa, mucha prisa, acelerado, como maquina que puede quemarse en cualquier momento, me generaba angustia. Trate de respirar mientras Ojos Claros seguían hablando del mundo y sus cantos.
-Quiero irme a mi casa, quiero encerrarme, quiero escribir- Escuché claramente a mi pensamiento.
-¿Por qué? Si todo es bello- Le respondí.
-Me siento contenido- Me dijo.
-Pero que quieres hacer de qué te contienes, no entiendo.- Le contesté aún más angustiada, mientras me daba cuenta que esta sensación ha sido recurrente a lo largo de mi vida.
-Quiero relajarme- Me ordenó.
-Relájate- Le contesté ya molesta, deseando que la angustia se termine.
-No puedo- Y menos enfrente de esos ojos claros.
-Pero si no hacen nada- Dudé por un momento lo que le contesté. Pero no se lo dije.
-Solo quiero salir de aquí- Me ordenó amenazante.
-¿Todo bien?- Me interrumpieron los Ojos Claros.
-Sí. Sí. Ahorita vengo- Y me dirigí al tocador, seguro estoy muy despeinada, seguro esta ansiedad la reflejo en mi rostro, seguro por eso me preguntó. No se por qué siempre que estoy en un lugar donde todo esta lleno de placer, me comienza a dar una angustia, una gran necesidad de irme a mi guarida y dedicarme a escribir o a ensayar. ¿Qué pasa? Ya no quiero que me pase esto. Me dije.
Al llegar al espejo me di cuenta que mi piel era más clara de lo común, que estaba sonrojada, quizás por el vino, que mis ojos reflejaban el color de mi blusa, un gris verdoso, mi ceja se veía negra y poblada y me gusté mucho. Pensé encontrar un monstruo en el espejo, pero no.
-Quiero irme- De nuevo el pensamiento.
-¿Por qué?- Le pregunté sinceramente.
-Porque no hay cabida para mi aquí- Me lo dijo, como si estuviera a punto de tomar mi bolso e irnos a casa.
-Ya no me hagas esto- Se lo pedí aguantando el llanto. -Mira ven, sal, sal poco a poco y veras que aquí también puedes tener espacio, que aquí puedes jugar y disfrutar de todo esto. No necesitas salir solo en casa, sal al sol, sal a que te miren esos ojos claros, veras que no pasa nada. Si quieres escribir, escríbele a esos ojos, o al cielo o al viento o al vino si quieres, al salmón, al pan con ajo recién horneado… a la mesera que se ocupa de que estemos bien, sal a jugar no necesitas la oscuridad.
Sal soledad mía que me angustia que quieras salir y no te atrevas a hacerlo a plena luz, si no lo haces estaremos destinadas a vivir en la caverna, y yo sin ti me siento angustiada. Disfrutemos, Soledad, del cielo abierto, el mundo es nuestro. Y esos ojos claros seguro estarán sorprendidos de conocerte.
-Eres muy guapa- Me dijeron los Ojos Claros.
-Gracias- Trate de sonreír.
-Me gusta escribir. No soy muy buena para eso pero quisiera escribir algo- Le dije de repente. -¿Puedo escribirte un poema? Un poema tonto, un poema cualquiera, solo para relajarme un poco-
Ojos Claros, me miraron, hubo un momento de silencio, de repente, vi como su sonrisa se comenzó a expandir muy lentamente hasta llenar la mesa, el restaurante, la calle, la ciudad y el cielo. -Claro. He leído poemas, pero nunca he visto como nace un poema- Me respondió.
-De vez en cuando me da por moverme mucho, como si bailara, así… de la nada. Lo hago sola y también acompañada solo que a veces se asustan. Lo haré poco a poco quizás te den ganas de bailar conmigo- Quise decirle, pero no lo hice.
Por lo pronto mi soledad, esa tarde, se entretuvo viendo nacer poemas en el papel, mientras Ojos Claros se reía, y hasta poemas hizo conmigo… o con mi soledad, es lo mismo.
Fátima Paola Arias

Comments