Vivo con el terror de la apatía.
- Fátima Arias
- 2 sept 2017
- 1 Min. de lectura
-Ya vine de nuevo. Son las 4 de la tarde. ¿Qué haces?-
-Escribiendo- Contesté.
-¿Qué has hecho hasta ahora?- Miró su tiempo.
-Hoy… hoy, me levante a las 5 de la mañana y corrí. Desayune…-
-¿Qué más?…- Me interrumpió como si nada de lo que dije fuera importante.
-Desayuné y limpie el espacio para trabajar, me puse a crear unos propulsores de alas porque las que tengo no funcionan bien-
-¡Qué más!- Ríe.
-Terminé y salí a pasear un rato.-
-¿Qué más?- Sus manos se empuñaron.
-Se hicieron las 13 horas y yo…-
- ¿Y tú?... - Abrió ligeramente la boca y sacó de eje su mandíbula.
-Yo, me puse a escribir un artículo que debía entregar hoy.-
-¿Qué más?- Alzó una ceja y la saliva cayó por la comisura de sus labios.
Temblé. -Y comencé unos dibujos para una historieta que debe salir a la venta-
-¿Qué más?-
Temblé. -Y ya-
Me miró con sus grandes ojos negros. Sus pupilas se dilataron tanto que me vi entrando en ellas.
-¿Ves esto?- Me dijo.
Apenas pude contestar. -Sí-
-¿Qué es?
-Un agujero-
-Si no le das prisa te quedarás aquí para siempre y te quitaré el cerebro, las manos y los ojos. Tu hablar será difícil de comprender para los demás.-
-No- Susurre.
-Sí. Date prisa.- Agarró mi cabeza con sus enormes manos... y se fue.

Apenas y podía respirar. Tuve miedo de tocar mis ojos y sentir dos agujeros, tuve miedo de pensar sin pensar, de hablar sin entenderme, tuve miedo de no tener con que abrazar y tuve miedo de dejar de inventar…
Sonó la alarma.
El aliento llegó como bocanada después de ver la muerte.
5 de la mañana.
Salí a correr.
Fátima Arias
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