¿Qué importancia tiene realizar un buen diálogo con uno mismo cada día?

Si pudiéramos salirnos de nosotros por un momento y en silencio observáramos y escucháramos las pláticas que tenemos con nosotros mismo y la creación de imágenes, la deducción de futuros o la proyección de anhelos, los chismes que creamos sobre otros, comentados y re-comentados por nosotros mismo, los juicios que nos hacemos y las respuestas que nos damos a estos juicios, las vueltas que le damos a temas repetidos, las conclusiones que les damos a nuestras platicas, cómo cambiamos de una historia a otra, etc. ¿De qué podríamos darnos cuenta? ¿Nos meteríamos en esa platica de dos, para ser tres… Qué diríamos?

¿Estableceríamos una opinión más… Cuál? ¿Fuéramos un extraño de nosotros mismo? -¿Y este quién es?-

Si pudiéramos registrar esa platica que tenemos en los días o las noches ¿Cuál es el tema principal? ¿Cuál es el ritmo que tiene que mantener la respiración para dar soporte a ese diálogo?

¿Cuántos diálogos se generan desde diferentes juicios en un solo minuto? ¿Cuáles son los juicos constantes? ¿Qué preguntas nos hacemos? Y las preguntas creo más importantes: ¿Cómo es nuestro lenguaje de comunicación con nosotros mismo? ¿Qué respuestas nos damos a nosotros mismo?

¿Has escuchado la frase: “El arte de conversar”? ¿Podríamos pensar que la persona puede desarrollar “el arte de la buena conversación” consigo misma? Quizás podría ser divertido, podríamos aprender de nosotros mismo, y quizás podría ser un acto de inteligencia.

“A lo largo de la evolución el hombre se acostumbró a pedir ayuda a su prójimo… hasta que una vez esta creatura se dio cuenta que se había producido un inesperado cortocircuito en esa relación social, entonces, pidió ayuda en un momento donde no había oyentes que pudieran escuchar y responder a su requerimiento ¡solo él mismo! Entonces el hombre oyó su propia petición y esto provoco ¡la clase de respuesta útil! Con esto, la criatura comprobó que había inducido la respuesta a su propia pregunta.” (Marina, A. P. 165. El misterio de la voluntad perdida)

Fátima Arias